No siempre se tienen ganas de escribir
Y aun así, me siento y me desprendo
De los miedos que una vez tuve,
Que siempre tengo, que nunca sangro
Y así tal vez sea la
vida, para cada cual distinta
Y al mismo tiempo, igual, en todo caso
Y circunstancia. La arena entre los dedos
Al ocaso de un sol que se resbala
Me saluda con la mano y me distrae
De la verdadera serenata que contenta
La luna llena, la luna mansa, la luna fiera
Que se vuelve y tergiversa las estrellas
De una mirada ausente, cercana
Y a la vez desordenada que bizquea
Mientras vislumbra los últimos rayos
De ese sol moribundo y la fiereza
De una luna victoriosa entre peñascos
Y olivos que palpitan con el cenit
De los vientos que tan solo me traen recuerdos
Tan solo me buscan palabras
Tan solo me dejan versos
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