viernes, 27 de junio de 2014

OLVIDO DE GODARIA - IRA - CAPÍTULO VIII



CAPÍTULO VIII
                -Bueno Nauj, ¿Qué tal la ducha? ¿Mejor? –preguntó sarcástico el Sargento Jeraim- Veo que te han trasquilado un poco y te han quitado el olor ese a celda –esperó alguna respuesta del preso cabizbajo- ¿No contestas?, no te molesten tanto. Los chicos tienen sus cosas pero no son mala gente. Pueden ser mucho peores te lo aseguro –se levantó del asiento y paseó por la estancia- Recuerdo uno al que después de estar duchado le echaron restos de pescado y le sacaron a la calle para que se lo comieran las moscas. No llegó a tanto, por supuesto, no somos salvajes, pero la verdad que lo pasó mal. A ti al menos te han dejado limpio y la verdad que lo agradezco, no soportaría mírate a la cara con la peste de cabezas y tripas de pescado por todos lados. –Cambió de registro- ¿Te apetece tomar algo? ¿Un poco de vino?... si yo creo que hoy nos vamos a tomar un vasito que dicen que es bueno para la salud, pero no mucho, que luego nos ponemos tontos y no hacemos nada… y hay que trabajar Nauj, ¿no crees? –Se acercó a la puerta entreabierta- ¡Kafshë! –Alzó la voz- trae un poco de vino o de aguardiente para nuestro invitado –volvió a dirigirse al preso- Tengo que reconocerlo, estas situaciones no me gustan, prefiero los modales, las conversaciones, el cara a cara sincero. ¿Y tú? ¿A que no está bien estas burradas? –Se acercó por la espalda del muchacho- Yo creo que tampoco. No creas que no te entiendo. Te vienes a un pueblo dejado de la mano de Dios, te ves solo, porque aquí, amigos de verdad, pocos, seamos sinceros. Muchas amistades, eso es cierto, esta gente es agradable y cercana, pero no se casan con nadie. Tú lo sabes. Te juntas con cuatro locos que te acogen y te dan cariño y parece que te respetan y al final acabas aceptando las ideas que ni siquiera te pertenecen. Se lo fácil que llega a ser, de verdad, entiendo hasta que trates de estar callado para defenderlos. Fíjate si te entiendo que ni siquiera voy a pedir que lo cuentes todo, solo alguna cosilla que nos ayude a encontrarlos. Estoy por creer que fue uno de ellos el que mató a tu padre, por mí, de aquí a pocos días estás en la calle y con tu nombre bien limpio –aguardó- Lo sé, me dirás “es que esa gente me quitará de en medio por traicionarlos”. Pero puedes estar tranquilo, haremos correr la voz de que aguantaste estoicamente y que no te sacamos nada. Luego, se puede encontrar cualquier documento o cualquier chivatazo anónimo y ya está, todos contentos y tú te alejas de ese mundillo que no te va a traer nada bueno –asintió como si su interrogado respondiera- ya se, ya se, la gente… deberías escuchar las cosas que se cuentan en el pueblo sobre ti, madre mía, y eso que llevas aquí un par de días, cuando te vean salir enjaulado dirección Antiquarea, no te arriendo la ganancia. Tu tío Zednik no quiere saber nada de ti, ¿lo sabes? –Puso su mano sobre el hombro del reo- ¡Qué cabrón! Con lo buena gente que parecía ehhh… -hizo una parón y se puso de frente a Nauj- y tu “mujer” –pronunció con retintín- ha vuelto con sus padres, la pobre está siendo acosada por los cotillas y claro, ponte en su lugar, está renegando de ti, a ella le queda mucha vida por delante, como no espabile se queda de mocita vieja y las cosas como son, sería un desperdicio, pero vaya, eso es otra historia. La cuestión es… -observó algún gesto- que yo en tu situación estaría indeciso, estaría nervioso, empezaría a cuestionarme todo y a dejar de confiar en todos los que me han rodeado. De lo único que puedes estar seguro –recalcó- es que cada cosa que yo te diga será verdad tanto si es mala como buena. ¿Tú por qué crees que te entrevisto yo y no Quintilo? El Cabo es un buen agente pero no sabe negociar, y claro, si él con todas las pruebas que hay en tu contra llega a la misma conclusión que yo, se sentirá defraudado y esa emoción es muy perjudicial cuando necesitas algo del que te ha traicionado. No quiero ni imaginarme lo que te haría con lo bruto que es –siguió paseando mientras hablaba con grandilocuencia- A ver… Nauj, que yo sé por lo que estás pasando, tú eres un muchacho estudiado, conoces la historia de la comarca e incluso entiendes por qué quieren separarse de Sadiagla. No vayas a creer que soy un cegato que no ve las cosas. Lo entiendo igual o mejor que tú, no eres el primer “Hermano” que me encuentro. Ese ideal, esa cultura propia, esa idiosincrasia tan… no sé cómo decirlo… llamativa, no… más bien, idealizada, aunque suene repetitivo. Es normal –dio una palmada en el hombro del reo- es como los cuentos de los caballeros andantes, que luchan y luchan contra viento y marea para conseguir una meta contra el tirano opresor. Pero te voy a contar un secreto –se acercó a su oído- vosotros no combatís contra un tirano opresor. Tenemos un Rey. Un Rey que hace de bulto, y un gobierno demócrata que dirige, elegido por el pueblo –remarcó- Es el pueblo el que manda Nauj, y el pueblo somos todos, desde el primer muerto de hambre Cindelo hasta el último pescador de Obala Veri –retomó su asiento- imagínate que vives en un bloque de viviendas. Ahora un vecino tuyo quiere dejar de pagar la limpieza de las escaleras porque resulta que ya no quiere pertenecer al bloque. ¿Qué, cómo te sentaría? –Por la puerta asomó Kafshë con una jarra alta de barro a rebosar de vino y dos vasos pequeños serigrafiados con una “G” y una “C” dentro de un hexágono- adelante soldado- Sé que no es un soldado, pero le encanta sentirse como tal –habló en confidencia- Déjalo aquí mismo
El muchacho se cuadró y volvió a salir. El Sargento tomó la botella y procedió a llenar los recipientes hasta la mitad.
-Eso no tiene sentido –interrumpió el preso con apatía
-Hombre, creía que hablaba yo solo, y dime ¿Por qué no tiene sentido?
-Porque esa familia tendría que salir de su piso a través de las escaleras, no podrían ser autosuficientes. Es una gilipollez como una casa tratar de comparar la independencia de las naciones con un bloque de vecinos. Por otro lado, no tengo ni puta idea de todo lo que me está contando. No sé qué “hermanos” quiere que le diga que son, los que le están jodiendo, ni tengo puta idea de qué coño quiere que le cuente.
-Bueno… bueno… al menos ya tenemos un diálogo.
-De besugos
-Pero diálogo al fin y al cabo –respiró hondo mientras contemplaba cada facción del muchacho- está bien, tal vez sea un poco infantil comparar una situación con otra, pero seguro que sí entiendes lo que trato de decirte.
-Imagino que se piensa que soy un “hermano” –hizo ademán de comillas al pronunciar- y he matado a mi padre por alguna causa estúpida que ellos tengan.
-Será posible lo avispado que eres –ironizó- pero que agente se ha perdido el cuerpo, aunque claro, todavía no es tarde Nauj.
-No soy un “Hermano”, hasta hace unas horas ni siquiera sabía que existían. No sé qué espera que le cuente o le diga.
-Espero que me hables con franqueza, sin ocultar nada.
-Hasta ahora ha sido así.
-Me parece que no Nauj, mira… -abrió una carpeta similar a la del día anterior sobre la mesa pero más abultada- Aquí dice que te viniste hace dos años, ¿es verdad?
-Si
-Eres hijo de Nauj Dantell
-Si
-Este hombre fue –tomó un trago de vino- un soldado hace treinta años en la Fortaleza de Aldovea, antes siquiera que creciera hasta ser un pueblo
-Si
-Este campamento, sufrió un ataque muy duro por parte de grupúsculos Antiquareanos.
-Creo que me lo contó alguna vez
-Ya te digo yo que si –volvió a retomar la lectura- como venganza, un grupo de soldados dirigidos por tu padre recorrió a galope el camino entre Aldovea y Aligaedeas hasta alcanzar el carromato donde se encontraban los supuestos promotores de aquel acto terrorista, en las inmediaciones de Cindela… -buscó resumir su locución- el caso es que llegaron, los apresaron y los metieron dentro del carro y luego lo incendiaron con ellos dentro ¿es así?
-Esa parte no la sabía.
-Ahhh, ¿no?, parece que algunas cosas vienen de familia
-Yo no soy un asesino.
-Pero no niegas que tu padre si lo sea –apuntó
-La guerra cambia a las personas, es imposible imaginar lo que pasaron y lo que tuvieron que hacer para sobrevivir.
-Ya… ya… pero matar a sangre fría sin juicio ni nada… no sé, no sé… resumiendo, se les hizo un consejo y se decidió ocultar este acto para no manchar el bueno nombre del ejército, pero los relegaron de sus funciones. Aquí viene indicado que alguno consiguió escapar y posiblemente informó a sus superiores de lo acaecido, bla, bla, bla… en fin –levantó la vista de los papeles y miró fijamente al chaval- ¿No crees que esos “Hermanos” a los que defiendes quisieran aprovechar la más mínima posibilidad para cargarse a tu padre?
-Supongo que sería posible
-Entonces no niegas que pudieron ser los “Hermanos”, los que mataron a tu padre
-De hecho está dándome la razón cuando le conté lo de aquel tipo que escapó por la cocina.
-En efecto, parece que podrías ser exculpado de todo… -miró con agudeza- salvo por un detalle nimio que en un momento dado puede desaparecer si tu colaboras.
-¿Cuál?
-Aquí también aparecen nombres y amistades tuyas cercanas a los idearios “Hermanos”, ¿no crees que suena un poco sospechoso?, y más sabiendo que tu padre y tu discutíais por tu regreso a su pueblo natal. Alguien podría pensar, que el azar os unió y que compartiendo o no su credo estarías en posición de provechar tus recientes contactos para vengarte de las palizas que te daba de pequeño.
-Eso es una locura sin sentido.
-¿De veras, Nauj?, ¿acaso tu padre no os pegaba palizas a tu madre y a ti, acaso es mentira que le odiabas por todo cuanto hacía y decía?
-No es cierto, está tergiversándolo todo –contestó encolerizado
-¿De veras? –se levantó de su asiento amedrentando al muchacho
-No –gritó
-No lo niegues Nauj, ni se te ocurra mentirme…
-No –volvió a gritar, con el llanto a las puertas
-Maldito bastardo, vas a confesar, me escuchas… vas a confesar –sentenció de forma poderosa
-Es usted un hijo de puta –murmuró con pánico
-Háblame de los “Hermanos”, dime nombres, dime lugares, dímelo todo… y cuando digo todo es todo, se me está acabando la paciencia Nauj y no me querrás ver  con los estribos perdidos
-Yo… -tembló al hablar, volvió a verse desvalido, desnudo y enjaulado- yo no sé nada, por favor, tenga piedad –suplicó con amargura.
-¿Piedad?
-Solo soy un chaval que trabaja en el campo, por Dios, yo no he tenido nada que ver con nada.
-Vamos a tratar de tranquilizarnos ¿De acuerdo, Nauj?... toma un trago de vino… -acercó el vaso- venga… bebe –ordenó y el muchacho obedeció con temblores en las manos
            El cuerpo desnudo, blancuzco y en tensión del muchacho mostraba una espalda recta y bien formada, el cuello grueso, los brazos musculados y las piernas prietas. Manos callosas y frente amplia. La nariz, angulosa sin ser aguileña con tabique recto y pómulos suaves hasta el mentón cual pirámide invertida. Pabellones auditivos pegados a la cabeza y ojos de color marrón oscuro hundidos. Nalgas pequeñas y blancas como la leche, torso liso y caderas sin curva alguna. Sin musculación abdominal, pero de cuero recio y dureza pectoral. Los pies pequeños, cuidados, uñas desgastadas y nuez disimulada. Nunca habría pasado por una escultura de perfecciones anatómicas, pero su aspecto físico se alejaba mucho más de la deformidad. Sin embargo, todo aquel amasijo de huesos, carne y sueños temblaba como un chiquillo. Ningún respeto imponía aquel organismo asustado, escondido, maltrecho y desvencijado. Jeraim podría haber hecho lo que hubiera querido, pero necesitaba más, necesitaba romper las pocas barreras que quedaban. Sabía que podía ser delicado, sabía que al tratar de quebrar sus defensas podía llevarse consigo el alma del muchacho, pero en fin, si eso ocurría, sería un gaje más del oficio. Tenía unas ordenes, claras y concisas. Necesitaba una confesión. Se la arrancaría del cadáver si hacía falta.
-Escucha Nauj, acabo de tener unos segundos para recapacitar. Podría tratar de amenazarte a través de tu familia, de tu “mujer”, de tus amistades, pero creo que voy a intentar por todos los medios de ser magnánimo. ¿Me estás escuchando? –Alzó levemente la voz- No creo que en el futuro te encuentres a otro como yo, los hay que remueven cielo con tierra para traer a hermanos y hermanas, incluso a madres, para violarlos, torturarlos y demás inventos del estilo delante del desdichado y la verdad que no tengo ganas de que pases por eso. De hecho por un pequeño error que hayas cometido tú, no tienen que pagar ellos, en qué clase de país viviríamos si se jugara con esas cosas ¿verdad? –Cambió a un tono más lúgubre- no obstante, problemas desesperados exigen medidas desesperadas, quien sabe si tu familia o Sherae estaban al tanto de tus fechorías, yo no lo puedo saber y tendría que interrogarlas también ¿me comprendes verdad? –No hubo gesto alguno por parte del reo- bien, es bueno ir sentando las bases para que volvamos a reconducir esta conversación. Aun así, tengo permitido el uso de distinto artilugios, inventos y cachivaches como yo prefiero llamarlos, que doblegan la voluntad más férrea que me haya encontrado –se chocó la lengua con el paladar- y sinceramente te veo y tampoco creo que aguantes mucho si ya estás así con la poca caña que te han dado. Todo me vale menos que fallezcas. Estamos en un país civilizados por favor, en que cabeza cave que se pueda dañar a una persona gratuitamente. En realidad, a mí no me gusta en absoluto –escuchó un mascullar- de verdad Nauj, no soporto tanta sangre, ni tanta saña, todos somos humanos, por Dios, también sufro igual que tú, a otro nivel por supuesto, pero claro que sufro cuando me toca trabajar con gente como tú. Pienso para mí, este muchacho, con lo bien que viviría en su casa, con su trabajo, su mujer, un crío algún día, que se yo… como todos, pero claro, todos tenemos nuestros derechos pero también nuestros deberes Nauj, y el mío es aclarar estos casos que pueden mermar la confianza del pueblo en sus gobernantes… -hizo una pausa teatral- La duda es mala Nauj –refirió en un momento dado- no te lleves a engaño, ¿de qué sirve dudar? En esta vida, tienes que tener muy claro todo cuanto te rodea, tus ideales, tus metas, tus deberes y claro está tus derechos. Sé que me dirás que la gente evoluciona y cambia, pero no es por la duda Nauj –soltó una risilla- es por acoplamiento. Las ideas siempre son las mismas, son los ciclos los que cambian, unas veces pensamos de una manera, otras veces de otra, pero a fin de cuentas, siempre terminamos pensando igual. Pero no igual a nosotros, igual a otro que ya tenía esa idea antes que tú. Voy a ser más claro contigo, porque tal vez me vuelvo demasiado filosófico y tu mente no llega, que tampoco pasa nada, de ahí el acoplamiento, cada uno tiene que estar con los de su nivel, es totalmente normal y comprensible, pero a lo que voy… -sopesó las palabras- la duda es un lastre que te impide ver la realidad misma. De qué sirve la duda en las matemáticas, o en los colores, quiero decir, el rojo, es rojo siempre, no cambia por mucho que dudes, dos más dos son siempre cuatro. Se puede llegar a entender que alguien no distinga el rojo del verde, por ejemplo, pero en ese caso no es su culpa, es un problema que tiene que le hace dudar, para eso estamos los que diferenciamos perfectamente los colores para hacerle entrar en razón. La mayoría nunca está equivocada, es pura estadística. Y la estadística pertenece a la matemática, la ciencia exacta por antonomasia. ¿Vas viendo por dónde voy? Cuando uno es joven se equivoca, comete errores, pero con lo larga que es la vida, por qué va a tener que cargar con los lastres de su poca compresión, no es razonable en absoluto. Yo te propongo que dejes de cargar ese lastre equivocado que llevas y aceptes mi ayuda. Te tiendo la mano como un amigo, un amigo verdadero que no te ha engañado en ningún momento –alargó la mano para sujetar el brazo de Nauj- En el fondo sabes que llevo razón, el pueblo Sadiaglano tiene razón y tengo la suerte de poder encauzarte por el camino correcto. Es de sabios rectificar y estoy completamente convencido que tú, Nauj Dantell, eres un chico inteligente que aceptará mi ayuda. Y al final de toda esta peripecia que has pasado me estarás agradecido porque no serías ni el primero ni el último ¿Vale Nauj? –dio unos golpecitos cariñosos.
-¿Exactamente qué quiere que le diga? –cuestionó con aire reprobatorio tras un silencio incómodo
-Cuanto sepas sobre “Los Hermanos” –pudo sentir la victoria acariciando sus labios
-Entonces lo que quiere es que le diga todo cuanto sepa de los Hermanos porque si no le digo nada o sigo insistiendo en que no se nada, usted va a seguir por el mismo camino que llevamos ¿es cierto?
-Veo que vas entrando en razón, Nauj, cosa de la que de veras me alegro, por ti y por mí –una leve sonrisa se le escapó de la boca
-Tengo una duda antes Sargento –comentó sin mayor importancia
-Estaré encantado de ayudarte –la sonrisa apenas perceptible inundó su faz como si hubiera alcanzado una meta lejana.
-¿A usted le gusta la mierda?
-¿Cómo dices? –se sorprendió
-¿Qué si le gusta la mierda?
-Explícate, Nauj –cambió su rictus por uno mucho más serio
-Es que por esa regla de tres que acaba usted de comentar hace un momento, nos tiene que gustar la mierda a todos.
-¿Pero qué dices insensato? –se molestó
-Dos mil millones de moscas no pueden estar equivocadas y seguro que por número son muchas más moscas que personas hay sobre la Sadiagla y claro si…
-Bufón de corte…-escupió con desprecio para impedir que continuara su explicación- ¿Trato de ayudarte y te burlas?, vamos a ver gracia tienes mañana –se levantó de su silla para salir disparado al pasillo- ¡Kafshë! –gritó- llevarlo a su celda, nada de agua, nada de comida y que no duerma en toda la noche –voceó encolerizado- Vamos a ver si eres tan ingenioso por la mañana –miró iracundo al recluso- te esperan unos días muy largos Nauj, así lo has querido y así va a ser.

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