lunes, 29 de junio de 2015

Harto



Si bien mis pies descansan
Al filo de la pesadumbre
El hartazgo no se espesa
Ni diluye entre corrientes

Estoy harto por lo escrito
Por la claridad de las metáforas
Por el vino arrepentido
Por la sobra de las palabras

Harto con el primero
Con el segundo, con el tercero
Con la labia, y las sonrisas
Con el pie cambiado mientras me habla

Estoy harto del pillaje
De los poemas de amor robado
De los corazones rotos
De los buenos que siempre ganan

Harto por la cobardía
Por la valentía mal encarada
Por los metros, por los kilos
Por la altura de mira en rama

Estoy harto de las bondades
Del camino y del destino
De las señales que me mandan
Y los circuitos ambiguos

Harto del movimiento de los dedos
Sobre el teclado y sus letrillas
De las haches intercaladas
Y los sentidos “ambivalidos”

Estoy harto del niño bueno
Del superhéroe y de sus rescates
De los razonamientos prácticos
Y la mirada en el horizonte

Harto de atajos y mapas
De los años, de miradas al frente
De levantar la cabeza
Y de poner la otra mejilla

Estoy harto de los cinismos
De la redundancia, de los aforismos
De las ideas con otras palabras
De esconderme entre los ritmos

Harto de salvar las vidas
De nadar por todo, de nadar por nada
De beber sin previo aviso
Y tragarme el orgullo en calma

Estoy harto de la inocencia
Del agradecimiento, de la lucha encarnizada
De latir a trompicones, del abismo
De asomarme solo a la ventana

Harto, cansado y agotado
Triste, roto y desmembrado
Supino, entonado, lejos
Harto de estar escondido

Harto que se me escriba
Harto que no se replique
Harto sin gallardía
Harto que componga algo
Y ese nadie que no me siga

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