miércoles, 2 de julio de 2014

Blanco y Negro



Qué fácil es acabar perteneciendo a ese abundante grupo de los que creen poseer la certeza sobre algo. Y la verdadera pregunta no reside en el cómo se concibe tener la seguridad sobre cualquier tema, si no en el Por qué. 
¿Que implica tener la "verdad"? A bote pronto, lo primero que se me ocurre es que engloba todo el aparataje mental de la tranquilidad y la autoestima a la hora que confrontar una dialéctica. Las conversaciones, incluso con uno mismo, son el ejercicio de crecimiento personal más importante que podemos entrenar. No lo digo yo, porque me encante la filosofía, muchos más y mejores formados que yo ya lo dijeron. 
La cuestión está, que ante cualquier ejercicio, sea físico o mental, la aceleración orgánica se activa como cuando un depredador acecha a la presa. Se prepara, se tensa cada músculo que vaya a participar, se dilatan las pupilas, el riego sanguíneo aumenta su velocidad, el ritmo cardíaco se dispara. Todo por un fin último, abalanzarse sobre la incauta caza que puede o no esperarse dicho ataque.
En un debate, y aclaro debate pues ahora están muy en boga los debates políticos y no a ellos solo me refiero; En una discusión o en cualquiera de las maneras de enfrentamiento dialéctico que se suceden a lo largo de la vida de cualquier persona existe una premisa. La subyugación de la idea contraria. Ni que decir tiene que las palabras "subyugación" y "contraria" no están elegidas al azar. Marcan el estado conceptual que le quiero dar a este texto. Si bien una conversación no tiene por qué alcanzar los tintes que desprenden estos conceptos, si desentrañan hasta que punto se puede ser cerril y tozudo defendiendo según que consignas.
Lo explicaré con un caso que me sucedió no hará mucho tiempo.
Me encontraba charlando amistosamente con otros dos tertulianos en una mesa de bar (Cuantos buenos debates habrán visto los bares). Uno de ellos, me tilda de republicano radical y la verdad, puede que a sus ojos tenga razón, no negaré que algunos de mis idearios están más cerca de defender  a la ideas cuasi revolucionarias de la primera y la segunda república española que de cualquier otro punto, pero no me largaré de paseo por los cerros de Úbeda que me despisto con cierta facilidad. 
El caso es que este amigo, se piensa que está en las antípodas de mi pensamiento y aún con cierta razón, no nos encontramos tan lejanos como el se cree. Pero con esas premisas, estalló la disputa por la reciente coronación de nuestro Rey Felipe VI. La primera frase que escuché de su boca fue "si se impone la bandera republicana no será mi bandera porque no es la que yo besé cuando juré bandera y si estallara una guerra yo lucharía por la mía". Bufff qué podía contestar. Mi primera respuesta no pudo más que ser un acercamiento, es decir, para mi era una locura lo que acababa de soltar, pero quien soy yo para juzgar lo que cada uno dice en una mesa de un bar. "Dios no quiera que lleguemos a ese extremo, solo espero que algún día me dejen decidir si quiero o no Monarquía o República" fue toda mi respuesta. Habéis leído bien "Dios",  ya he dicho que tenía que acercar posturas, no pretendía empezar una pugna contra alguien que lo primero que dice es que iría a matar hermanos (aunque él piense que no lo serían llegado el caso). 
Tras ese punto, el tercero en discordia, más cercano a mi amistad que a mi, desvió el tema hacia mis conocimientos históricos. Eso es algo que todos hacemos a la hora de debatir con alguien. Tratar de ver las flaquezas del contrincante. Me preguntó si sabía en qué año se fundó la segunda república. Y pensareis, los sabías ¿no? 1931 está claro. Bueno pues he de decir que no recordaba la fecha exacta, soy pésimo para los nombres y las fechas, cosa que no me exculpa pero así es. Solté, "me suena 1927" a lo que por su puesto me corrigió. Mi idea no era soltar un año al tuntún. Si algo sé de la segunda república es que la generación del 27 tuvo mucho que ver, por supuesto siempre habrá quien me debata o no esté de acuerdo, pero tras leer a sus poetas, escritores, editores y periodistas, solo puedo llegar a la conclusión de que esa generación cimentó parte de las bases para la defensa de la ideología republicana de 1931. Este dato en cuestión, no lo poseía mi "adversario", a lo que repuse de soslayo que tal vez no iba demasiado mal encaminado cuando dije la fecha. Yo también traté de encontrar los puntos débiles, soy humano qué puedo decir. 
Una pregunta saltó al aire ¿Por qué defiendes la república con lo mal que salieron las dos primeras veces?. Es en esta ocasión cuando cualquier republicano podría saltar al cuello de su presa para defender los méritos y buenas intenciones que promulgaron las susodichas repúblicas, pero, y tal vez sea por la forma de ser que tengo, que yo solo comenté "Una buena idea que pudo salir mal, no tiene por qué convertirse automáticamente en una mala idea". 
Puede sonar a defensa tibia pero repetiré y repetiré hasta la saciedad que no tengo todas las respuestas ni toda la información, pues nos llega sesgada, interior y exteriormente. Eso no quiere decir que no haya que defender las convicciones en las que uno cree, solo pretendo demostrar que ante taxaciones no valen las encarnizadas interpelaciones. Es más fácil conseguir hacer dudar al oponente desde la misma duda.
Digo ésto porque el debate, no creció en volumen y se siguió pudiendo contrarrestar conocimientos con "creencias" (de tipo ideológico). El sosiego debiera mandar ante la tozudez de según que personas que parecen poseer la "verdad". Esta es  en mi modesto opinión, la única conclusión importante que se puede sacar de una debate entre ideas opuestas.
Blanco o Negro, nunca fue ni es ni será así. Como todo en esta vida existe una gran variedad de tonalidades de grises. Pero para alcanzar a comprender esa paleta debemos tratar de poseer cuanto mayor conocimiento se pueda. 
Escuché hace poco a Juan José Millás decir, que si empiezan a quitar las humanidades en las escuelas, olvidaremos lo verdaderamente humano que tiene el hombre, y a mi juicio, no debe ir muy desencaminado. Asignaturas como Filosofía, Historia, Literatura, son inútiles en un mundo mécanicista y finalicista, entendiéndose finalicista, como aquel que solo estudia y trabaja para obtener una utilidad material final que se reproduzca en el tiempo. En este mundo materialista, no caben los conocimientos de las edades del hombre, ni su evolución, ni los pensamientos que han regido a lo largo de la historia.
Yo, en cambio, propugno por un estadio humano en el que el conocimiento prime sobre todo lo superfluo y material para acercarnos lo más posible a la Sabiduría, esa palabreja, que suena como la Verdad con tantos creyendo ser poseedores y que muy pocos pueden defender. Por ello, tal vez me acerque a los republicanos, porque fueron ellos los que se dieron cuenta que en las materias humanas estaba el verdadero ser del hombre y la certeza más cercana una de las Verdades de la existencia "Todo cambia y evoluciona".
Ojala hubiera quien comentara esta argumento, pues seguramente, podría objetar y hacerme crecer como aprendiz de pensador.


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