Si las horas me comparten con la taza
Que de alambres ha caído sin remedio
Sin castigo y con las flores de urticaria
Que te pican el ombligo.
Una mirada, altiva, soberbia,
La picazón del rostro humano cuando calla
Y quieres que los gritos que te ahogan
No se salgan como lágrima tardía
Por los ojos, por la sabia, por el tiempo
Que me pierdo cuando digo sin decir
Apenas nada.
Si encamino lo que digo y me rechazas
Los que atiento, las oscuras mirando al cielo
Y me demuestro que el anhelo
Que me llenas y me matas
Todo al mismo tiempo y sin quererlo
Te relajo en un momento.
Las horas, la mundana soledad
Del que no sabe y sin embargo
Está tan convencido que se aprieta
Con la puerta y la golpea hasta
Que se cierra
Si los torpes gobernaran, las miradas contundentes
Del que busca el vellocino
O de un Sherlock medio loco
Que se atiende solo aquello que golpea
Entre la afrenta intelectual que le sucede
Y a veces piensa…
No retoma el que conversa la mirada
Que pasaba y le quería comprobar
La inteligencia, las patrañas.
El agudo sentimiento del barril encaramado
Y que le rueda, y rueda y rueda
Como trompo sin la cuerda que sujeta
Las cabilas y el carajo que el vigía
Mira al puerto.
Si me pides cuanto hago, y me deshago
Y no termino cuando hablamos de un remilgo
En una sola balaustrada sin motivo.
El desahogo….
El truhan sin señorío y el señor sin su caballo
Solo piensa… Cuanto pides, cuanto valgo
Cuanto merece la pena mis lamentos
Mis valores, mis tormentos.
Mis caricias de soslayo y el regalo que no tengo
Pues las manos más vacías solo cierran
Cuando cogen herramientas y trabajan.
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